Modernismo Catalán

 

El Modernismo fue una corriente artística que se desarrolló en los Países Catalanes aproximadamente entre 1888 y el 1911. Correspondió al momento inicial de la expansión del catalanismo y en gran parte respondió al deseo de crear un estilo propio del país. Tuvo relaciones formales con corrientes simbolistas extranjeras como el Modern Style, el Art Nouveau, el Jugendstil, el Liberty y la Sezession, pero su originalidad le viene del deseo de sintetizar con este movimiento esteticista y poético la tradición neomedievalista de la Renaixença, el progresismo tecnológico y el realismo trágico de la literatura. Pese al intento de síntesis, muchas de sus obras pertenecen claramente a una corriente soñador e irrealista, blanco, legendario y místico, o una corriente vitalista, preocupado de la realidad social y con acento mesiánico.

 

En el dominio de la arquitectura, el modernismo fue hijo de una voluntad de salir del eclecticismo burgués del mundo victoriano, que se hace visible en muchas de las obras de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Domènech i Montaner y Vilaseca se buscaban la sinceridad de los materiales nuevos, del hierro laminado y del ladrillo visto; Falqués y Josep Amargós i Samaranch (Barcelona 1858-1918) acentuaban las investigaciones con el hierro; Buigas, Casademunt y Falqués, las estructuras de origen técnico, mecánico y Gaudí, la policromía de origen islámico, en reacción contra el clasicismo incoloro. A partir de ese momento, los creadores más originales fueron Gaudí y Domènech i Montaner. Gaudí buscó hasta el máximo del estallido del estilo floral.

 

Junto a ellos, Gallissà favoreció la vinculación con los bellos oficios artesanos reencontrados. Más joven, Puig i Cadafalch buscó una síntesis con el lenguaje de la arquitectura rural e histórica. En Valencia, donde Licinio representó la etapa de la obra vista y la policromía, Peris Ferrando representó el modernismo curvilineal y floral que Demetrio Ribes y Carlos Carbonell combinan con el Sezessionsstil, que, muy puro, fue representado por Vicente Ferrer.

 

En el diseño de interiores, de mobiliario y de objetos, el movimiento exagera su originalidad. Los muebles de Homar y de Busquets llegaron al movimiento del "golpe de látigo" y se enriquecen con marquetería sentimentales. Las porcelanas de Antoni Serra, las joyas de Masriera, con los típicos insectos flexibles de alas de esmalte traslúcido, las jarras como jefes de hada de Lambert Escaler, los mosaicos de Bru, los vitrales de Granell, fueron las más puras manifestaciones del simbolismo. Terraza de la casa Milá (La Pedrera).

 

El interiorismo de la última época de Homar y el de Demetrio Ribes se acercó al Sezessionsstil. En la escultura modernista hay que distinguir la obra abstracta de Gaudí, como las chimeneas de la casa Milà, y la obra figurativa, que tiene la gran personalidad de Josep Llimona, seguidor de Rodin, con un concepto visualista del claroscuro y de la plástica por puntos salientes.

 

A su lado, Arnau y también Blay trabajaron íntimamente ligados a la arquitectura. Próximo a su estilo está el del mallorquín Llorenç Rosselló. Escaler y Renart representan el curvilinealisme y los sueños legendarios; Mani, un expresionismo deformado; Smith, la elegancia lineal que acabará en estructuralismo. La pintura modernista fue promovida principalmente por su estancia en París de Rusiñol y Casas. El primer restauró el sentimentalismo literario y vaporoso. El segundo, el Arabesc refinado, próximo a Lautrec, y la temática de la vida contemporánea.

 

Hay que distinguir el ala blanca de la pintura modernista (con figuras como Brull y Joan Llimona, idealistas del Arabesc como Riquer, Bonnín, Gual y Pasco) del ala negra y el grupo del azafrán ", presidida por el extraordinario Isidro Nonell. Nonell empezó con el Arabesc simbolista de los "cretins de Boí", pasó por la época verde, oscura, de las gitanas, rica en matices, y acabó con el momento luminoso de una corta época rosa.

 

Su Arabesc venía de Daumier, pero se acercaba al Arabesc japonés que implanta Gosé. El paisajismo de Mir, al momento de las manchas isolades, como mosaicos, es modernista, pero en parte se liga con el tardío impresionismo común a los valencianos Sorolla y Mongrell o Laureà Barrau. El espíritu retórico y soñador del modernismo sobrevivió en la obra de Hermen Anglada i de Josep Maria Sert, decorador brillante, de actividad internacional. El cartel tuvo una gran difusión y calidad en este periodo.

 

Fuente:

Enciclopedia.cat